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Cuando estamos en consulta, frecuentemente nos encontramos que un paciente viene con unos niveles de ansiedad física, en forma de síntoma, que le son difíciles de controlar. En estos casos, así como en otros casos y siempre que una situación nos resulta especialmente angustiosa, se aconsejan ejercicios (técnicas) de relajación. Hoy vamos a ver un ejemplo de relajación de la respiración.

RESPIRACIÓN PROFUNDA

1. La posición más recomendable es: tendido en el suelo sobre una manta, toalla o alfombra, doblaremos las rodillas, separaremos los pies unos 20cm y las puntas de los pies las dirigiremos suavemente hacia afuera. Es importante mantener la columna vertebral recta. Ésta es la posición que recomendamos no obstante podemos emplear otras posiciones.

2. Fíjese en las señales que le envía su cuerpo y busque cualquier signo de tensión en él.

3. Sitúe la palma de una mano sobre su abdomen y otra sobre su caja torácica.

4. Lentamente tome aire, por la nariz y hágalo llegar hasta el abdomen levantando la mano que había colocado sobre el mismo. Para que llegue al estómago haga con la garganta un gesto como si se tragara el aire. La caja torácica se levantará un poco al igual que el abdomen.

5. Una vez inspirado el aire en la forma que indica el punto anterior, sonría un poco, inhale un poco mas de aire por la nariz, y exhálelo por la boca produciendo un ruido suave y relajante como el que hace el viento cuando sopla ligeramente. Así conseguiremos que su boca y su lengua se relajen. Ahora repita estas respiraciones lentamente y fíjese como se eleva y desciende su abdomen, las respiraciones serán profundas. En la medida en que se repitan tales respiraciones, se irá relajando más y más.

6. En un principio este tipo de respiración puede generar un pequeño mareo, es algo normal. Si se siente cómodo repita estas respiraciones durante 5 o 10 minutos o 2 veces al día. Si algún día lo desea lo puede prolongar hasta 20 minutos.

7. Al final de cada sesión de relajación de la respiración, dedique un poco de tiempo a sentir las señales procedentes de su cuerpo y busque si hay algún signo de tensión. Ahora puede comparar la tensión que tenía al iniciar la sesión con la que tiene ahora. ¿Ha descendido?

8. Cuando ya se haya familiarizado con este ejercicio tal y como se describe en el punto 4, la puede practicar cuando le apetezca tanto si está sentado como si está de pie. Fije su concentración en el movimiento ascendente y descendente de su abdomen, en el aire que entra y sale de sus pulmones y en la sensación de relajación que la respiración profunda le proporciona.

Cuando haya aprendido a relajarse mediante ésta técnica la puede practicar cuando se sienta tenso o nervioso.

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